Mario Rojas participó en la reforestación de manglares en la costa sur en Guatemala.
Más de 3 mil hectáreas saladas en los departamentos de Escuintla, Jutiapa y Santa Rosa, fueron recuperados y restaurados con los programas del Fondo de Desarrollo Verde para la Región del Sistema de la Integración Centroamericana.
Mario Rojas, ex titular del ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, rememora algunas acciones realizadas en pro de los recursos naturales, uno de ellos ecosistema manglar.
Según el experto en bosques, la estrategia nacional de restauración de las áreas forestales fue con el objetivo principal de resguardar los manglares y al mismo tiempo impulsar el desarrollo rural.
Este proyecto se sumó el Instituto Nacional de Bosques (INAB y fue financiado por el Fondo de Desarrollo Verde para la región SICA en Guatemala, junto a la Unión Europea y el gobierno Federal de Alemania.
Para Mario Rojas, la estrategia nacional de restauración de paisajes forestales de Escuintla, Jutiapa y Santa Rosa, son parte de esta iniciativa verde que contribuyó a conocer las necesidades reales y la disponibilidad de recursos.
“Recuperar y restaurar los bosques salados era una prioridad, ya que muchos frutos del mar y los esteros son parte de la seguridad alimentaria de Guatemala”, cita Mario Rojas.
El experto en la conservación, cultivo y aprovechamiento de los bosques manifiesta que este tipo de ecosistemas deben ser atendidos porque inciden en la calidad de vida de las comunidades.
Por otra parte, los bosques salados tienen un rol importante en la lucha contra el cambio climático y es necesario continuar promoviendo el cuidado ambiental y potenciar las economías sostenibles.
En ese sentido, sostiene Mario Rojas, las instituciones de gobierno deben reforzar las políticas ambientales para la recuperación y el mantenimiento de los manglares.
Cabe señalar que en Guatemala el manglar es una de la variedad de los ecosistemas y se posiciona como uno de los 18 países megadiversos del planeta.
Éstos tienen la capacidad de almacenar de seis a ocho veces más carbono que los bosques. Otro dato es que funcionan como criaderos y protección para diferentes especies.